martes, 28 de octubre de 2008

Alguien como yo

Alguien como yo
no tiene esperanzas de la rapidez del tiempo,
de buscar regresar a medianoche
y de huir de la conciencia de un espantapájaros.

Busco el amor en el pecho de una chuparosa,
la sabiduría de las arrugas en la sombra de una nube,
el secreto del invierno que escarcha por fuera
e íntimamente remueve el alma.

Me siento como un niño ciego
que asoma su cabeza por la ventana
tratando de ver lo que escucha,
de atrapar la sombra de las aves.

El tiempo es la magia de los bosques,
las huellas de las hormigas a su paso,
el ritual de las gaviotas,
la construcción de las preguntas.

Intentaré desenmascarar el reverso del los océanos,
hundir un barco en una taza con café,
derramar sangre sobre el crepúsculo,
duplicar el dialecto de los ríos.

En mi boca se forma un pequeño lago,
humedece como el cuerpo del céfiro,
pudre las paredes de las expresiones
y el silencio de los cultivos.